domingo, 18 de noviembre de 2007

Una Torre encima

“¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? ¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.” Lucas 13.4-5

¡Qué noticia! Creo que los periódicos sensacionalistas morirían por una noticia como esta. Que a alguien le caiga encima una torre; ¡eso sí que es mala suerte! Lamentablemente el mundo entero tuvo que ver algo parecido durante el tristemente célebre 9-11, en el cual muchas personas perdieron a sus seres queridos durante los atentados a las Torres Gemelas.

¿Cuántas veces hemos observado la muerte violenta de algunas personas, o la “mala suerte” sobre otros, y nos hemos preguntado: qué cosa tan terrible debe haber hecho esa persona para merecer semejante castigo, o correr con esa suerte? Esta actitud típica en nosotros, nos demuestra que queremos ser medidos, o justificados, por lo bueno o malo que nos ocurre. Pues bien, que no hayamos corrido semejante suerte, o que no nos haya caído encima una torre, no significa que estamos viviendo una vida piadosa y agradable a Dios. Ese no debe ser el estándar por el cual midamos nuestra relación con Dios. No ha sucedido, no porque seamos mejores, sino porque Dios es paciente y misericordioso. Como dice Jesús: “¿O piensan que aquellos 18 que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás…? ¡Les digo (Jesús nos dice) que NO!”

No nos engañemos pensando que somos mejores porque nos va bien, eso es sólo la crema sobre el café. Lo único que realmente nos puede diferenciar es que nos hayamos arrepentido y estemos viviendo de una manera que lo evidencie. Todos necesitamos, nos haya caído una torre o no, arrepentirnos, volvernos a Dios, y hacer obras que evidencien dicho arrepentimiento. Si no hemos sido víctimas de una desgracia, demos gracias a Dios y arrepintámonos porque: “El Señor no tarda en cumplir su promesa, según algunos entienden la tardanza. Mas bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan” 2 Pedro 3.9

Para Pensar:

-¿Cuál es el signo que te demuestra que tienes una buena relación con Dios? ¿Cómo mides esa relación? ¿Nivel de salud, trabajo, o una profunda comunión diaria con Él y su Palabra?

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